Experiencias para todos los sentidos
Estos espacios también acogen restaurantes y actividades para vivir una experiencia inmersiva. La lista para saborear los platos más icónicos de cada región es muy extensa. Por ejemplo, el Parador de Argomániz (en Álava, País Vasco), el Parador de Ávila (en Castilla y León) o el Castillo de Riudabella (en Tarragona, Cataluña). Para sentirte un auténtico peregrino de la Edad Media, visita el Parador de Santo Domingo de la Calzada, en La Rioja, ubicado en un antiguo hospital del siglo XII, y prueba una de sus especialidades: los pimientos del piquillo rellenos.
Desde el Castillo de Santa Catalina (Parador de Jaén) obtendrás unas vistas impresionantes de la ciudad. En la misma provincia, en la Sierra de Cazorla y Segura, se encuentra el Palacio del Deán Ortega, (Parador de Úbeda). Y, a tan solo 15 kilómetros, el Castillo Palacio de Canena, que ofrece una experiencia centrada en el aceite de oliva virgen extra: desde la recolección, hasta la elaboración, envasado y comercialización.
Fusionar astronomía y gastronomía también es posible. El Castillo de Fuensaldaña (en Valladolid, Castilla y León) acoge una degustación de los famosos vinos de la provincia, Rueda y Cigales, acompañados de queso, miel o espárragos. Al finalizar, puedes ascender hasta la Torre del Homenaje para asistir a una observación astronómica guiada.
¿Te imaginas practicar yoga en un entorno de estas características? Puedes hacerlo realidad en el Monasterio de Guisando (en Ávila, Castilla y León), en la Alcazaba de Antequera (en Málaga, Andalucía) o en el conjunto histórico de Fuente Álamo (en Puente Genial, Córdoba, Andalucía).