Ciudad de origen fenicio, Melilla ha sido durante siglos importante puerto comercial y baluarte defensivo del Mediterráneo. La primitiva Ciudad Vieja contrasta con el resto de la urbe, que guarda un importante conjunto arquitectónico modernista.
Atraídos por su estratégica situación en el Mediterráneo, los fenicios se instalaron en el actual emplazamiento de Melilla en el siglo VII a. C. Rusadir, como fue denominada la ciudad, se convirtió en un floreciente puerto comercial. Siglos después, siendo ya colonia romana, pasó a ser un importante nudo de comunicaciones. Melilla alcanzaría su máximo esplendor como enclave comercial y defensivo con los árabes. A partir de 1497, la capital melillense pasaría a manos españolas y se convertiría en una destacada plaza militar.
Melilla la Vieja
La parte más antigua es la ciudad fortificada (s. XVI), conocida como El Pueblo. Declarada Conjunto Histórico-Artístico, Melilla la Vieja estuvo formada en su origen por cuatro ciudadelas comunicadas entre sí por puentes levadizos. Tras sus recias murallas y profundos fosos se esconden las callejuelas que conforman los barrios más antiguos de la ciudad.
El baluarte defensivo de más reciente construcción se sitúa en la Alcazaba, compuesto por los fuertes de Grande y Chica, la Victoria y Rosario (s. XVIII).
Sobre el foso de Hornabeque se levanta la segunda ciudadela, con centro en la plaza de Armas, donde fueron hallados los restos del antiguo enclave romano.
A través del foso de Santiago se accede al recinto amurallado más antiguo (s. XVI-XVIII). Intramuros, la plaza de las Peñuelas se encuentra rodeada por algunos edificios relevantes como la capilla gótica de Santiago. Otros lugares significativos dentro de la primitiva ciudadela son el Museo de la Ciudad, la iglesia de la Concepción, la más antigua de Melilla (s. XVII), y el baluarte de la Concepción, sede del Museo del Ejército.
A partir del siglo XIX, la ciudad ensanchó sus límites y estableció tres nuevos fuertes militares en su perímetro: el de Camellos, de planta y foso circular; el de Cabrerizas, de forma romboidal y flanqueado por dos torres hexagonales; y el fuerte de Rostrogordo, cuya forma pentagonal esconde una amplia plaza de armas.
La ciudad modernista
En el entorno del puerto y de la avenida de Juan Carlos I, el Ensanche muestra un modélico trazado urbano salpicado de laboriosas fachadas y balconadas modernistas que se alternan con numerosos comercios y bazares.
Alrededor de la plaza de España se levantan edificios notables como el Palacio de la Asamblea, de inspiración art decó, el Banco de España y el Casino Militar.
Fiel reflejo del carácter multicultural de la ciudad autónoma, Melilla, ciudad de las cuatro culturas –cristiana, musulmana, hebrea e hindú-, refleja su carácter cosmopolita en varios de sus más destacados edificios. La Mezquita Central, con referentes arquitectónicos tomados de la mezquita de Córdoba, es uno de los templos más bellos de la ciudad. También puede ser visitada la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, situada frente a la plaza de las Cuatro Culturas, la Sinagoga de Or Zaruah, en pleno centro histórico, y el Oratorio Hindú.
Gastronomía y alrededores
Melilla cuenta en su litoral con magníficas y extensas playas de arena fina, así como el espectacular puerto deportivo “Puerto XXI”, situado entre el antiguo Cargadero de Mineral y la playa de San Lorenzo. Una reciente construcción que cuenta con cientos de atraques para embarcaciones deportivas, así como con un centro comercial y de ocio. Entre las múltiples posibilidades existentes, se puede aprender a navegar en la Escuela de Vela o practicar otros deportes náuticos tales como el esquí acuático, el windsurf o el submarinismo.
Entre los numerosos hoteles de Melilla destaca el Parador de Turismo, situado en el barrio de Ataque Seco, junto al Fuerte de la Victoria.
A la hora de comer, Melilla posee una deliciosa y variadísima gastronomía que guarda semejanzas con la cocina regional andaluza. Destacan las frituras de pescados, los suculentos mariscos y los arroces, platos que se unen a un surtido de exóticas especialidades que aporta el resto de comunidades melillenses: pinchos morunos (carne especiada), harira (sopa de verdura y carne), el cuscús (a base de sémola de trigo). Entre los postres, sobresalen los buñuelos, el cuscús dulce, las empanadillas rellenas y los dátiles rellenos.